Labor

Mano de obra

Martin H. Krieger

For the last dozen years, I have been documenting aspects of life and work in Los Angeles by way of photography and captured sound. This work has taken me on a haphazard path to storefront houses of worship, industrial worksites, electrical receiving and distributing stations of the Department of Water and Power (DWP), vendors at swapmeets, ethnic neighborhoods. Documentation obviously requires on-site presence, and I’ve thus seen much of Los Angeles and southern California that I would not likely have seen nor ventured to otherwise. For instance, I visited all the DWP stations in Los Angeles, and I photographed over 200 worksites something like 800 storefront houses of worship.

So when Greg Hise and William Deverell asked me to consider labor in southern California within the Edison collection, and wrapped around the modern built environment theme, I came to the task with a good deal of personal experience tied to such things as the distribution of electricity in and around greater Los Angeles, and I am certain that this influenced my choice of images attached here.

If we look back in the infrastructural record of the region, utilities and railroads were some of the first large multidivisional corporate entities on the landscape and in the political economy. Electrical utilities were spread out spatially, in metrics best captured by miles versus anything smaller, both for linkage to sources of power (water and hydroelectric generating plants) and the consequential webs of distribution and use. Moreover, they were subject to regulation and close monitoring by government and citizens. Firms such as Edison had to build power plants and hydroelectric facilities, transmission and distribution lines and stations. And they had to advocate the use of electrical power in everyday life and industry.

I take labor to be the working men and women in factories, offices, construction sites, schools and hospitals. Surely this includes bureaucratic and administrative work, for such multidivisional entities required innovations in management heretofore unimagined.

Despite Hollywood and entertainment, the Spruce Goose and aerospace, and the sunshine and surf, much of the work of contemporary Los Angeles is bureaucratic and industrial. Bureaucratic in the management and administration (built atop a vast service sector in large private and public institutions and firms). Work also continues to be profoundly industrial in southern California: garment manufacture, metalwork and woodwork, smaller and larger manufacturing enterprises, transportation and the gargantuan imprint of the port systems – industrial Los Angeles is vast, old, powerful, and a list of its sites and themes would exhaust anyone who attempted such a thing.

Our first group of Edison images are of the bureaucratic power company itself: telephone switchboard operators, a sea of workers at a regional office, early equal opportunity training efforts, computerization, and the proverbial home economist showing how to cook with electricity. Despite the allure of these images, what makes Southern California Edison (SCE) (and, to be fair, other large utilities) distinctive are their facilities “out there”—the generating stations, hydroelectric dams, long transmission lines over rough and open territory, and the much shorter lines crisscrossing overhead in urban areas. Edison produced the critical intermediate product – electrical power—which was in turn and very quickly adapted for other purposes—linked to industrial pursuits behind the walls of smaller and larger manufacturing operations, tethered to construction projects, at work in countless factories, forges, foundries, and the woodworking and furniture plants where Angelenos labored and continue to do so. All this, or most of it, can happen without electricity; but the scales would shrink to miniature. Electricity, coupled with human labor, made industrial Los Angeles sing and hum and grow.

What is especially impressive is the range of SCE’s interests, its influence, and its concerns, all of which we can glean from the visual record, for they had to make and deliver power, encourage customer use, and build goodwill among the citizenry. Thus these photographs also show the distinctive roles that men and women held at work across Los Angeles, at least through mid-century. We know that the labor force of Los Angeles industry has long (long, long) been polyglot; that diversity is largely missing here: this is an almost all-white labor force depicted across tens of thousands of Edison photographs – and we would do well to mark this as dangerously misleading about historical and racial realities.

More innocuously, these images invite reflection upon the cultural mores and norms of an era, even of a year. Look, for example, at headwear and hairstyles of the men, and ask and answer questions about barbering and Brylcreem, or combs and pompadours. We might catalog the range of hats, from formal to functional and everywhere in between.

Put differently, when you do photographic documentation, even for pedestrian bureaucratic purposes, you inherit the society and its mores, at a particular time and place. The Edison archive is such a rich source.

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Mano de obra

Durante estos últimos doce años he estado documentando aspectos de la vida y el trabajo en Los Ángeles mediante la fotografía y grabaciones de sonido. Esta tarea me ha llevado por una ruta caótica de lugares de culto improvisados en locales comerciales, zonas industriales, redes de recepción y distribución de electricidad del Departamento de Agua y Energía (DWP, por sus siglas en inglés), vendedores en pulgueros, vecindarios de minorías… No hay duda de que para documentar algo hay que hacerlo en el terreno, por lo que he visto una gran parte de Los Ángeles y del sur de California que, de otra manera, seguramente no hubiese visto ni explorado. Por ejemplo, he visitado todas las centrales del DWP en Los Ángeles y he fotografiado más de 200 zonas de trabajo y unos 800 lugares de culto improvisados en locales comerciales (véase la información de la página web a continuación).

Por lo tanto, cuando Greg Hise y William Deverell me pidieron que observara la mano de obra en el sur de California en el archivo de Edison y enmarcado en el tema del entorno construido moderno, pude aportar una experiencia personal considerable en temas como el de la distribución de electricidad en el área metropolitana de Los Ángeles y sus zonas limítrofes, y no me cabe la menor duda de que esto influyó en mi selección de imágenes.

Si miramos el registro histórico infraestructural de la región, los servicios públicos y ferrocarriles fueron unas de las primeras grandes entidades corporativas de estructura organizacional diversificada que actuaron sobre el paisaje y en la economía política. Los servicios de energía eléctrica estaban espaciados de manera tal que sus medidas tendrían que tomarse en unidades no menores que las millas, y eso en el caso tanto de la conexión a fuentes de electricidad (agua y centrales hidroeléctricas) como de las redes de distribución y uso consiguientes. Estaban sujetos, además, a regulaciones y a una supervisión rigurosa por parte del gobierno y la ciudadanía. Las compañías como Edison tenían que construir centrales eléctricas e instalaciones hidroeléctricas, tendido eléctrico y subestaciones, además de promover el uso de la energía eléctrica en la vida cotidiana y en la industria.

Defino mano de obra como los empleados y las empleadas de fábricas, oficinas, obras, escuelas y hospitales. Por supuesto, esto también comprende el trabajo burocrático y administrativo, ya que estas entidades de estructura divisional requerían innovaciones nunca antes contempladas en la administración.

Pese a Hollywood y el entretenimiento, el hidroavión Ganso de abeto y la industria aeroespacial, y el sol y el surf, gran parte del trabajo en el Los Ángeles contemporáneo es burocrático e industrial. Es burocrático en la gestión y en la administración (sobre un sector enorme de servicios en grandes instituciones y agencias privadas y públicas). También en el sur de California, el trabajo sigue siendo, en gran medida, industrial: fábricas textiles, metalisterías y madererías, compañías manufactureras grandes y pequeñas, el transporte y la huella colosal de los sistemas portuarios… El Los Ángeles industrial es vasto, viejo, poderoso, y listar sus lugares y variaciones agotaría a cualquiera que emprendiera dicha tarea.

Nuestro primer grupo de imágenes de Edison gira en torno a la burocracia de la compañía en sí: operadoras de centralitas, un pequeño ejército de empleados en la oficina regional, tempranos intentos de capacitación para ofrecer oportunidades de trabajo igualitarias, informatización y el típico especialista en economía doméstica enseñando cómo cocinar con electricidad. A pesar del atractivo de estas imágenes, lo que hace que Southern California Edison (SCE) (sin olvidar otros servicios públicos importantes) se distinga son sus instalaciones "no convencionales": centrales eléctricas, reclusas hidroeléctricas, largos tendidos eléctricos en terrenos despejados y agrestes, y tendidos mucho más cortos de cableado que se entrecruzan el cielo de las áreas urbanas. Edison produjo el producto intermedio fundamental, la energía eléctrica, que a su vez se adaptó muy rápidamente a otros usos: conectada a actividades industriales detrás de las paredes de operaciones de manufactura, grandes y pequeñas; vinculada a proyectos de construcción, y en acción en un sinnúmero de fábricas, forjas, herrerías y en naves de carpintería y mueblería donde trabajaban, y aún trabajan, angelinos. Es cierto que todo esto, o la mayoría, podría hacerse sin electricidad, pero la escala pasaría a ser diminuta. La electricidad, junto a la mano de obra humana, permitió que el Los Ángeles industrial prosperara y creciera.

Lo que resulta particularmente impresionante es la gama de intereses, la influencia y las inquietudes de SCE, todo esto discernible en el registro visual: tenían que suministrar electricidad, fomentar su uso entre los consumidores y establecer una buena reputación comercial entre los ciudadanos. Es así que las fotos también muestran las funciones diferenciadas que desempeñaban hombres y mujeres en sus labores en todo Los Ángeles —por lo menos durante la segunda mitad del siglo XX—. Sabemos que hace mucho (pero mucho) tiempo que la fuerza laboral de la industria de Los Ángeles es políglota; esta diversidad suele brillar por su ausencia en la colección. Estas decenas de miles de fotos de Edison muestran una mano de obra casi exclusivamente blanca, y es importante destacar esto como algo peligrosamente engañoso en cuanto a las realidades históricas y raciales.

Ya de manera más inocua, estas imágenes nos invitan a reflexionar sobre las costumbres y las normas de una época, incluso de un año en concreto. Observemos, por ejemplo, los sombreros y los cortes de pelo que llevaban los hombres, y hagámonos preguntas sobre las barberías y la pomada Brylcreem o los peines y los tupés. Podríamos catalogar la gama de de sombreros, cubriendo todo el abanico desde formales hasta funcionales.

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