Foodscapes

Paisajes gastronómicos

Jessica Kim

Food is ephemeral. There is no way to permanently savor it, to prolong its existence much past the moment when someone places a plate in front of a hungry diner. The production and consumption of food, however, create more enduring landscapes. The infrastructure of eating -- from victory gardens and chicken farms to suburban kitchens and drive-through restaurants -- marks the places where we gobble a hasty snack or savor a steak.

In the Edison (SCE) archive we encounter the intersection of Los Angeles food landscapes with the art and technology of the photograph. As electricity replaced gas and wood as the fuel to quickly fry a basket of french-fries or slowly bake a roast, Edison dispatched their photographers to capture the transition. They trained their cameras on the application of electricity to light a chicken coop, to brighten a dining room, to heat foodstuffs, or to illuminate “McDonald’s” in neon script.

As part of this project, SCE photographers unintentionally (or intentionally?) documented not only the landscape of food across southern California but also the intersections of production and consumption, of labor and leisure, of the pedestrian and the lavish, of the taco and the hamburger, of the domestic and the commercial, and even of war and peace.

Take for example the images of Clifton’s Cafeteria and Lawry’s The Prime Rib, both iconic Los Angeles eateries. Founded in the 1930s, within just a few years of one another, the restaurants stand in for two sides of the same city. Clifford Clinton built his original cafeteria in the gritty commercial center of Depression-era Los Angeles. Deeply concerned by the city’s hungry population, Clinton encouraged his patrons to pay only what they could (a neon sign next to the cash register urged customers to “Pay what you wish”). In ninety days he fed 10,000 people for free. And in a city of migrants and strangers Clinton designed a dining room that encouraged diners to share a table with someone they didn’t know. Across the city and a few years later, Lawrence Frank and Walter Van de Kamp opened a plush eatery along Beverly Hills’ restaurant row. In contrast to Clifton’s, Lawry’s diners sank deep into leather booths while white-gloved servers quietly navigated over-sized silver carts of prime rib across the dim dining room. “Prime” described not only Lawry’s signature dish but also its dining experience. Edison lit and photographed both restaurants, ostensibly to document its part in the electrification of food production and consumption in Los Angeles. The archive their photographers created, however, captures not only the mundane production of meals using electricity, but also the intersection of work and pleasure, of rich and poor, of two worlds shared by the same city.

These photos capture other intersections. A mother and daughter, the family of an Edison employee, tend a World War II victory garden. A series of photos of drive-through restaurants, however, moves viewers from wartime rationing to the delights of postwar consumption. The archive captures images of Angelenos at work, from a smiling girl peeling potatoes to a Lawry’s chef pulling a tray of steaming food from an electric oven. Photos of labor intersect with the pleasure of dining out—a grinning baby, a fashion show hosted by a restaurant, an Edison employee picnic, a group of happy students. The Edison archive also reveals the crossroads of food and technology in artfully composed photographs of deep fryers, heat lamps, mobile electrical kitchens, glowing dining rooms, and the radiant and iconic golden arches. Even politics and food collide in the Edison archive: Richard Nixon’s younger brother shows off his chain of drive-through restaurants.

Ultimately, the Edison archive reveals the landscapes in which food was crafted and consumed across Los Angeles. This collection of images captures and makes permanent the fleeting experience of food.

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Paisajes gastronómicos

La comida es algo efímero; no se puede saborear permanentemente ni prolongar su existencia mucho más allá del momento en que alguien pone un plato frente a un comensal hambriento. Sin embargo, la producción y el consumo de comida crean paisajes más duraderos. La infraestructura gastronómica —desde los “jardines de la victoria” (jardines en casas privadas donde se sembraban comestibles durante las guerras mundiales) y las granjas avícolas hasta las cocinas suburbanas y los locales de comida que ofrecen servicio al auto— marca el lugar donde nos devoramos apresuradamente un bocadillo o nos deleitamos con un bistec.

En el archivo Edison (Southern California Edison, SCE) encontramos el cruce entre los paisajes gastronómicos de Los Ángeles y el arte y la tecnología de la fotografía. A medida que la electricidad reemplazaba el gas y la leña para freír una canasta de papas fritas rápidamente u hornear un asado a fuego lento, Edison comisionó fotógrafos para capturar la transición. Enfocaron sus cámaras al uso de la electricidad para alumbrar un corral de gallinas o un comedor, calentar comidas o iluminar con neón el texto en el letrero de McDonald’s.

Como parte de este proyecto, los fotógrafos de SCE accidentalmente (¿o sería a propósito?) documentaron no solo los paisajes de comida de todo el sur de California, sino también los cruces de producción y consumo, de labor y esparcimiento, de lo prosaico y lo espléndido, del taco y de la hamburguesa, de lo doméstico y lo comercial y hasta de la guerra y la paz.

Tomemos, por ejemplo, las imágenes de Clifton’s Cafeteria y de Lawry’s The Prime Rib, ambos locales icónicos de Los Ángeles. Estos restaurantes —fundados en los treinta del siglo XX, con pocos años de diferencia— representaban dos lados de la misma ciudad. Clifford Clinton abrió su primera cafetería en el duro centro comercial del Los Ángeles de la era de la Gran Depresión. Profundamente preocupado por la población hambrienta de la ciudad, Clinton alentaba a sus consumidores a pagar lo que pudieran (un letrero con luces de neón junto a la caja registradora leía “Pague lo que guste”). En noventa días, alimentó a 10,000 personas gratis. En una ciudad de inmigrantes y extranjeros, Clinton diseñó un comedor que exhortaba a los comensales a compartir la mesa con un desconocido. Al otro lado de la ciudad, unos años más tarde, Lawrence Frank y Walter Van de Kamp inauguraron un restaurante lujoso en la calle de restaurantes de Beverly Hills. A diferencia de Clifton's, los comensales de Lawry's se sentaban cómodamente en sus cabinas de cuero mientras meseros con guantes blancos guiaban carritos plateados enormes con costillas de primera calidad por el comedor sombrío.

“De primera calidad” (prime, en inglés) describía tanto lo distintivo del plato estrella de Lawry's como la experiencia gastronómica en sí. Edison alumbró y fotografió ambos restaurantes, aparentemente para documentar su papel en la electrificación de la producción y el consumo de comida en Los Ángeles. Sin embargo, el archivo que creaban sus fotógrafos capturaba no solo la vulgar producción de comidas con el uso de electricidad, sino también el cruce entre trabajo y placer, entre pobres y ricos, entre dos mundos distintos que comparten en una misma ciudad.

Estas fotos capturan otros cruces. Madre e hija —familia de un empleado de Edison— cuidan un jardín de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Una serie de fotos de locales de comida que ofrecen servicio al auto transporta a sus espectadores de los tiempos de guerra con el racionamiento a las delicias del consumo que llegaron con la posguerra. En el archivo se capturan imágenes de angelinos trabajando, desde una niña sonriente pelando papas hasta un chef de Lawry’s sacando una bandeja de comida humeante de un horno eléctrico. Fotos de trabajo se cruzan con el placer de cenar fuera: un bebé sonriente, un restaurante que acoge un desfile de modas, un picnic de empleados de Edison, un grupo de estudiantes felices. En fotos ingeniosamente compuestas, el archivo Edison también revela los cruces entre comida y tecnología con freidoras, lámparas de calor, cocinas eléctricas móviles, comedores brillantes y los radiantes e icónicos arcos amarillos. Incluso la política y la comida chocan en el archivo Edison: el hermano menor de Richard Nixon muestra su cadena de locales de comida que ofrecen servicio al auto.

En definitiva, el archivo Edison revela los paisajes en los que la comida se preparaba y consumía en todo Los Ángeles. Esta colección de imágenes captura y fija la pasajera experiencia gastronómica.

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